jueves, 3 de marzo de 2011

Los peligros del monóxido de carbono

-         ¡Menudas vistas que tiene desde su cocina, señora! ¡Se ven hasta las islas Cíes! Pero aquí pega fuerte el viento. ¿Se le apagará el calentador a menudo?
-         ¡Nunca! Es un calentador muy moderno. Nos lo colocó un amigo.
-         Pues esto me preocupa. El calentador tiene muy poco tiro vertical, sale directamente a esa fachada con tanto viento, y no tiene ventilador integrado. El sistema de seguridad debería impedir que funcionara cada vez que los gases no salieran perfectamente.
-         Pues no, no se apaga nunca… y el aparato es nuevo.
-         Lo único que se me ocurre es que le hayan desconectado el sensor de seguridad, o bien, que el calentador sea un modelo para ubicar en exterior. ¿Puedo quitarle la carcasa?
-         Hágalo, pero seguro que está todo bien,  porque nos lo instaló un señor de toda confianza.
-         Mire, aquí en la parte superior debería llevar un pequeño dispositivo, para evitar que funcione en condiciones inseguras. Vamos, para evitar que desprenda monóxido de carbono, que sabe que puede ser mortal.
-         Pues vamos a llamar a este señor para que hable con usted.


-         ¿Hola, es usted la persona que instaló el calentador a la Sra. X?
-         Sí, sí. Es una buena amiga.
-         Pues este aparato es para exterior. No tiene seguridad por falta de tiro.
-         Je, je. Sí, claro, pero ya sabe que estos aparatos modernos se apagan por nada.


-         Mire señora, lo que tiene aquí es muy peligroso. A mí me han enviado a su vivienda, para ver si es posible instalar gas natural, pero en estas condiciones no puede usar gas natural, ni butano. Lo que debe hacer es sustituir ese aparato por otro con todos los sistemas de seguridad. Y si quiere evitar que se apague, instale un calentador con tiro forzado, es decir, con un ventilador que garantice la correcta evacuación de los productos de la combustión. Ah, y mientras tanto, mantenga la ventana abierta cada vez que lo utilice.


                Más o menos, esta es la transcripción de un caso real ocurrido en el barrio de Coia de la ciudad de Vigo. Pero, desgraciadamente, no se trata de un caso aislado.
                De manera inconsciente solemos asociar los peligros de la utilización de gas a fugas y explosiones, cuando esto es muy infrecuente. Sin embargo, los sistemas de calefacción y preparación de agua caliente, basados en una combustión, bien sea de leña, carbón, propano, butano, gas natural o gasóleo, presentan otro posible peligro, que todos los años originan decenas de accidentes, algunos de ellos mortales: el monóxido de carbono.

La explicación es sencilla:
Toda combustión necesita un combustible (cualquiera de los indicados) y un comburente, generalmente el aire atmosférico con suficiente oxígeno. En una buena combinación de ambos se genera calor, luz y otros productos, entre los que destacan el vapor de agua (H2O) y el anhídrido carbónico (CO2).
Pero, ¿qué ocurre si el oxígeno del que dispone este proceso no es suficiente?
En este caso, al margen de que nos va a restar eficiencia (mayor consumo), el grave peligro consiste en que se genera otro producto, el monóxido de carbono (CO), que en elevadas concentraciones es letal.

¿Cómo evitarlo?:
Estos aparatos que queman combustibles deben seguir una pauta sencilla: recibir el suficiente oxígeno y disponer de un conducto eficaz para evacuar al exterior los productos de la combustión.
Hasta no hace muchos años, la principal exigencia que se le hacía a este tipo de equipos, es que contara con un dispositivo que interrumpiese la salida de gas en caso de que se apagase la llama piloto. Actualmente la exigencia se amplía, entre otras cosas, a la existencia de un sensor que impida su funcionamiento en caso de que se den las condiciones para que la combustión no sea higiénica, es decir, que no pueda producirse reacción que desprenda monóxido de carbono.

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